miércoles, 26 de marzo de 2008

Barcelona y yo (I)

Pues al final, nada de nada, ni La Pasión de Cristo ni Jesucristo Superstar, al final nadie las quiso ver conmigo (algo que comprendo). Y el lunes de Pascua, que lo tenía de penitencia en casa (Anna trabajaba) me dediqué a ordenar el portátil y poner cada foto en su sitio (pobre de mí!).
Hacia las 3 de la tarde, subí a colgar la ropa al terrado y aproveché para llevarme la cámara ya que se intuía un cielo espectacular y sacar algunas fotos con el skyline que se ve de la ciudad desde nuestro edificio. Una de ellas es esta:


Cuando la pasé al ordenador, mi yo geógrafo me hizo percatar de la curiosa síntesis de Barcelona que muestra esta fotografía. Fijáos bien.

Las dos referencias básicas de la fotografía son 2 símbolos de la Barcelona moderna y 2 iconos de referencia que nadie obvia cuando viene de paseo por la ciudad. Dejando de lado su apreciación estética, La Sagrada Familia y la Torre Agbar, son paradigmas de los delirios de grandeza de, la primera, un genial arquitecto iluminado y la segunda, unos iluminados empresarios. Los pináculos de Gaudí pueden simbolizar el deseo del Hombre de tocar El Cielo (sí, el de Dios y los Santos) y la torre de Aguas de Barcelona es más un falo erecto, símbolo de poder y altivez.
Una, obra inacabada de la revolución artística de principios del siglo XX, colofón a un periodo de ciudad industrial, comercial y pionera; y la otra, obra que te señala otra revolución de principios del siglo XXI, la de la ciudad globalizada, la ciudad como mostrador y si me apuráis, la ciudad tecnológica (no en vano, es la puerta de entrada a ese distrito extraño llamado 22@).
Pero, dejando esas dos obras, miremos lo que hay en primer plano. Las últimas casas del barrio de Gràcia, donde se empieza a confundir con el Eixample. Esas marañas de antenas (que nos delatan que a esa ciudad tecnológica aún le falta mucho) y alguna que otra antena parabólica que nos marcan la presencia de aquellos que aún viven en su país natal, aún estando en otro.
Ah! Otra cosa indispensable en cualquier paisaje de Catalunya y de España: las grúas. Siempre construyendo, siempre destruyendo para volver a construir. Dicen que si hacen el túnel del AVE per debajo de la Sagrada Familia, esta no resistirá y se caerá como un castillo de naipes... que no saquen las grúas, por si acaso.
Al fondo de la fotografía se ve un edificio que aún no sé cuál es, pero que a su alrededor intuímos ya la proximidad del mar, otro símbolo indispensable al pensar Barcelona. Uf! hay tantas cosas que comentar de la ciudad... más en el próximo capítulo.

Por cierto, bajando del terrado, me di cuenta que me había equivocado de llaves y no pude entrar a casa. Así que, tranquilamente tuve que ir, con la bolsa de la ropa, a presentarme en la taquilla de La Pedrera con una cola de 100 guiris ansiosos (de cultura?) y pedirle a Anna sus llaves. En fin, así soy yo.

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